Las casas son de cartón
y el mundo lo hicieron para nosotros sólo de sábados.
Tu pecho dorado sopla fuerte llamándome. Yo te estoy esperando con cuchillo y tenedor, paralizada en el centro del campo de batalla, rezándole a tu mirada que me haga eterna.
Eres el festín de mi carne, y entre los dos esta noche arbolada casi resulta mortal.
He encontrado maíz fresco en el asfalto y hay de sobra para dos.
Hoy, abrazo treinta y cuatro voces y dos descubrimientos, enrollo el camino y lo guardo en la maleta.
Ahora sólo ando entre aves y rocas, entre el rojo y el verde, entre el sueño y un temblor, entre el hambre y la silenciosa sed.
Andando dormida,
ola en llamas,
te hago un hueco en mi carne
para que anides.
Quieren que hable de mi país
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Quieren que hable de mi país, que diga
*¡Los políticos tienen pulgas! ¡Malos!*
*¡Abajo de los bancos y las bancas!*
¿Pero cómo hablar de frontera alguna
si ...
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